Acabamos el cole a finales de los 90

Recopilación de estupideces que marcaron a los que ahora tenemos alrededor de 25 años

Sunday, June 11, 2006

Emilio Butragueño Futbol de Topo Soft

En 1986 mi padre consiguió que su jefe le comprara un Spectrum 16ks para llevar la contabilidad. En un momento en que el Donkey Kong de dos pantallas equivalia a tener la Playstation III antes de que salga al mercado, la posibilidad de jugar a más de un juego con un mismo aparato era como si de repente acompañaras a Doc Brown al fantástico mundo de Regreso al Futuro II.

Uno de los primeros juegos que entró en casa un par de años después, hasta que mi padre amplió el ordenador a 48ks habíamos tirado de los que regalaba la revista Microhobby, fue Emílio Butragueño Futbol. Era la época de la Quinta y un culé acérrimo como yo no tuvo más cojones que permitir que el delantero que enseñó más en un campo de futbol (y no lo digo por su juego) me hiciera pasar buenos ratos. En fin. En esa época, Topo Soft consiguió atar a todos los deportistas estrella del momento (Butragueño, Aspar, Perico y Abascal) y parecía un gigante de la informática. Su competencia, Dinámic, solo tenía a Michel. Topo no sobrevivió a la llegada del PC, Dinamic despareció por intentar hacer más juegos que PC Futbol y por complicar este ultimo hasta la enésima potencia haciéndolo injugable. Compré el juego, no os lo perdais, en un tienda de fotografia que habia al lado de casa dónde se vendian en una estanteria de estas giratorias tipo gasolinera junto a cassetes de José Manuel Soto, la Trinca, Mecano y Ana Reverte. Ahora, cuando ves un CD y te dicen que cuidado, que no se ralle, puedes pensar que si los juegos podían aguantar en una infame cinta, a un CD deberías poder vomitarle encima y usarlo a continuación, que para algo evoluciona la tecnología. Me costó la friolera de 500 pesetas (3€), que en ese momento no era moco de pavo.

Llegué a casa, enchufé el Spectrum a la tele del comedor, teclee load "" con aquel teclado de gomilla barata, pulsé enter y me preparé para emular a Calderé o el Lobo Carrasco (mis ídolos futbolísticos de entonces), aunque tuviera que ser de blanco. Digo me preparé. Y mucho. Los juegos de entonces tardaban la friolera de media hora en cargarse. La cinta tenía que correr enterita y no solía bajar de ese tiempo. Eso si, mientras te obsequiaban con la pantalla de carga más absurda de la historia de la informática. Podría haber sido una barra que se fuera cargando silenciosamente, pero no. Era un cuadrado blanco enmarcado en una serie de barras de colores que cambiaban continuamente mientras la televisión emitía un sonido chirriante. Años después descubrí que el LSD provocaba efectos muy similares. Durante 30 minutos tenias que mirar la puta pantallita mientras aprendías que morderse las uñas hasta los codos puede ser una manera muy buena de acabar con el stress. Naturalmente, el concepto de pongo el juego, un par de partidillas y me voy que he quedao no existia. A veces, si el juego era una superproducción de Topo, Dinamic, Erbe o alguna de las compañías de entonces incluso te obsequiaban con dibujos en el cuadrado blanco que pretendían ilustrar lo que verías después.

Naturalmente, después de la espera todo te parecía fantástico. Aunque fuera un amasijo de píxeles incapaces de recordar a un jugador de futbol que corrían detrás de una redonda como en el patio del colegio. Naturalmente no había la posibilidad de seleccionar la alineación, ni de hacer cambios ni tácticas. ¡Ni siquiera tomabas parte en una competición! Eso no llegaría hasta Kick Off, de Dro Soft. De momento no podías más que jugar un partido tras otro con los mismos jugadores y contra el mismo rival.

Hay que reconocer aún así que Topo se lo curraba un montón. Con una falta de medios técnicos alarmante conseguían hacerte creer que estabas jugando en primera división. Veías al árbitro y a los jueces de linea. Había público (quieto, como si fuera un campo sueco). Hasta pusieron cámaras en el estadio (quiero decir dibujos de cámaras, no que hubiera diferentes perspectivas). Había varios colores en el campo aunque no se porqué yo lo recuerdo en blanco y negro. El sonido os lo podéis imaginar. Si el altavoz de un PC chirría, imaginad uno de Spectrum. La música en los juegos no existia y los efectos se limitaban a algo así como un silbato, a un puto ruido cada vez que tocabas el balon y eran muchas por partido y a otro ruido que pretendía ser la celebración de un gol. Las normas eran como mínimo curiosas. Un spectrum no podía procesar el fuera de juego y por ello nunca existió hasta la llegada del PC. Los partidos podían acabar de dos maneras si se llegaba a los 15 minutos o si algun equipo metía nueve goles. Por cierto, si no tenías la suerte de tener un joystick, y yo no tenía, los controles eran q-arriba, a-abajo, o-izquierda, p-derecha y espacio para chutar o 4-izquierda, 5-arriba, 6 abajo, 7-derecha en el teclado normal. El numérico aún no se había inventado. Aún así éramos felices y lo enseñabamos con la misma alegría que enseñamos ahora nuestro Pro Evolution X pirata, cuando nos acaba de bajar.

Antes de la última mudanza que hice encontré el spectrum 128ks que tuvimos más adelante y que criaba polvo en un armario desde 1995. Aproveché para conectarlo y el Emilio Butragueño fue uno de los juegos que probé. No funcionaba. A los 10 minutos de carga salió el mensaje "Sinclair error..." de cuando la cinta ya estaba muy cascada y que suponía un drama humano para cualquier niño porque sabía que el juego en ese momente estaba en el cielo de los juegos. Tengo que mirar en los 10000 juegos de spectrum que me he bajado en un zip que hay en el emule a ver si está.

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